sábado, 9 de marzo de 2013

Zifios: El mejor "sónar", la peor suerte

 EL SOFISTICADO "SÓNAR" DE LOS ZIFIOS
(artículo de masmar.com)
  El complejo y delicado sistema de ecolocación de los cetáceos es también su “talón de Aquiles”, pues les ha puesto en el punto de mira de los experimentos militares
Todas las especies de odontocetos (cetáceos con dientes) utilizan un sistema de “sónar” para comunicarse y detectar a sus presas. El delicado y perfecto sistema craneal de un zifio es capaz de producir sonidos que rebotan sobre objetos y seres del fondo marino, especialmente en aquellos lugares donde la visibilidad es baja o nula, y que le son devueltos en forma de ondas a través de su mandíbula inferior, dándole una completa definición de lo que hay a su alrededor. Por tanto no es casual que la Armada estadounidense se haya centrado sobre esta especie de cetáceos como modelo experimental para desarrollar y perfeccionar sus sónares militares. Paradójicamente, el complejo sistema de comunicación de estos mamíferos marinos, copiado por los humanos para controlar los océanos, se está volviendo contra ellos y empieza a ser una seria amenaza. ¿Por qué los zifios? Existen en el mundo unas 22 especies de zifios cuya longitud varía entre los 3,7 metros y casi 1.000 kilos de peso del zifio enano (Mesoplodon peruvianus) y los casi 13 metros y 15 toneladas del enorme zifio de Baird (Berardius bairdii). La mayoría de estos animales han pasado desapercibidos para la ciencia hasta décadas recientes. De hecho, cuatro especies han sido descubiertas en los últimas dos décadas. Algunas de ellas tan sólo se conocen por unos pocos ejemplares varados en la costa. Y existe una especie de la que sólo se sabe de su existencia por el hallazgo de sus restos.
< Contrariamente a lo que ocurre con otros muchos odontocetos (algo que comparten con los misticetos -ballenas sin dientes-), las hembras son de mayor tamaño que los machos. Las crías al nacer suelen tener un tamaño considerable (entre un tercio y la mitad de los adultos) y, su longevidad se estima en unos 30 años.
Estos animales suelen encontrarse en grupos pocos numerosos, son muy huidizos y permanecen gran parte de su vida bajo el agua. Suelen alimentarse en zonas de profundidades superiores a los 200 metros, llegando incluso a superar los 1.400 metros, como en el caso de los zifios calderón, pudiendo permanecer más de una hora sin salir a respirar nuevamente a superficie. Su alimentación se basa en cefalópodos, peces y crustáceos que encuentran en estas profundidades. Muchas de sus presas son calamares bioluminiscentes. Se ha apuntado la posibilidad de que esta especie pueda identificar los calamares, no sólo por la ecolocación, sino por la vista, al poder identificar los fotósforos de estos animales. También se ha barajado la posibilidad de que algunos tonos claros de la superficie de este animal o la adhesión de bacterias (diatomeas) pueden proporcionarle también luminiscencia a los zifios. La mayoría de estos cetáceos carecen de dientes o no los tienen visibles, salvo en el caso del Tasmacetus (que tiene entre 17 y 27 dientes en cada hemimandíbula) y el genero Berardius (con un par de dientes en cada hemimandíbula inferior) y los dos dientes distintivos (uno en cada hemimandíbula inferior) de los machos del resto de especies. Por lo tanto, se desconoce la forma en que realizan la captura de sus presas, aunque estudios recientes parecen achacar ésta a un sistema combinado de succión por medio de la lengua y de las dos hendiduras que muestran estas especies en la garganta (pliegues gulares). Se cree que los dientes en muchos zifios es un distintivo sexual y que puede ser utilizado en luchas durante la temporada de apareamiento, como así parecen demostrar las habituales cicatrices que muestran estos animales. No se conocen apenas predadores para estas especies, salvo el ser humano, que ha cazado y caza algunas de sus especies, y el tiburón cigarro (Isistius brasilensis). Este tiburón de apenas medio metro puede provocar heridas en los zifios que, en caso de ser muy severas, llegan a provocarle la muerte. No obstante, el tiburón cigarro suele considerarse más bien un “parásito” que engaña a los zifios por medio de sus fotosensores haciéndose pasar por una presa para extraer luego a mordiscos algunos centímetros de piel, grasa (y a veces músculo) de los cetáceos. Interés de las armadas en los zifios Es ya conocido por la opinión pública el interés que distintas armadas vienen mostrando por los cetáceos. Desde la utilización de delfines, belugassubmarinistas enemigos. Menos conocidos son, sin embargo, los estudios que desde hace décadas vienen realizando los militares para conocer el sistema de ecolocación de los cetáceos. Todas las especies de odontocetos (cetáceos con dientes) utilizan un sistema de “sónar” para comunicarse y detectar a sus posibles presas. Por medio de la emisión de sonidos a través de su melón (cabeza) y de la recepción de estas ondas rebotadas por la mandíbula inferior, los cetáceos pueden conocer la situación de sus presas en lugares donde la visibilidad sea baja o nula. Los zifios tienen un sistema especialmente complicado de ecolocación que los ha convertido en punto de interés especial. El cráneo tienen una gran cantidad de cavidades (senos) que le permiten articular gran diversidad de sonidos y su mandíbula inferior (dos hemimandíbulas fusionadas en su extremo más exterior) es muy frágil y de poca consistencia, los que las dota de una gran capacidad y precisión a la hora de recoger los sonidos rebotados. Estos animales suelen alimentarse en lugares de gran profundidad, donde las temperaturas del agua son muy bajas y la entrada de la luz es nula, por lo que sólo la bioluminiscencia o la ecolocación pueden permitir conseguir la captura de sus presas. La OTAN ha llevado a cabo estudios muy diversos sobre el sistema de ecolocación de estos cetáceos para obtener datos y conocimientos que puedan aplicar a las prácticas militares.
Dichos estudios han permitido conocer una amplia gama de sonidos utilizados por estos cetáceos; desde las secuencia de clicks a un intervalo de 0.07 segundos a otros de mayor duración, como los silbidos. Aunque muchos de los sonidos que emiten se encuentran entre 1 y 10 kHz, se han detectado sonidos que van entre los 300 Hz y más de 40 kHz) y se cree que pueden oír sonidos en un rango muy superior (entre los 100 Hz y los 80 kHz). También se ha comprobado que son especialmente sensibles a las frecuencias intermedias de este rango, lo que hace que coincida con las utilizadas en sistemas de sónar de media y baja frecuencia. Las investigaciones se ampliaron con posterioridad a conocer el impacto de la contaminación acústica, en especial por los sónares militares que se estaban desarrollando, sobre estos animales. Esto se intensificó tras el varamiento de zifios en las costas griegas después de los ejercicios navales realizados por la OTAN (y que concluyeron que uno de los animales había sufrido un golpe de una onda de sonido de 290 Hz a 15 kilómetros del emisor). Similares conclusiones han sido sacadas de los experimentos realizados por la Armada estadounidense en zonas como Hawai, California o Bahamas, donde también se detectaron, o bien varamientos, o comportamientos anormales en los cetáceos.

Sé que el texto precedente es largo pero me ha parecido interesante copiarlo íntegro ya que muchos de los datos que en él aparecen concuerdan (algunos, muy tristemente) con aquellos que recaban Élias y sus amigos en su encuentro con un viejo zifio en aguas tirrenas. Aquel macho, solo y sordo merced a los dañinos tejemanejes de humanos interesados en su prodigiosa ecolocación, activará la cuarta de las Piedras de Ceto con la virtud de la verdad... de su triste verdad. El grupo le ayudará en lo que pueda pero es, de entre todos los cetáceos a cuestas con sus pesares que pueblan El destino de Élias, el que más lástima me da. Quizá sea por la forma en que desgrana él mismo todo lo que el hombre le ha arrebatado, desde una familia feliz (no me pude sustraer a la tentación de parrafrasear el especialmente hermoso comienzo de "cierta novela rusa con nombre de mujer" que seguro que algún lector habrá identificado...)  hasta la pérdida de su capacidad de ecolocación: en cierto modo, la esencia misma de un delfín.
En la próxima entrada intentaré ser más breve. Ah, y con la llegada de la quinta virtud os hablaré, por fin, del significado oculto de las Piedras de Ceto.

No es fácil encontrar vídeos sobre zifios de cuvier ni de zifios en general y la mayoría de los pocos que hay son sobre varamientos. Y ya me parecía más que suficiente de asuntos tristes... Sentía que era necesario un vídeo optimista, quizá protagonizado por aquel mismo viejo macho, ahora esperanzado y feliz, rumbo hacia el santuario Piélagos para mamíferos marinos.
Y, al final, lo encontré.

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