jueves, 24 de enero de 2013

Delfínidos: Dicayos y compañía

Los delfínidos (Delphinidae), llamados normalmente delfines oceánicos (a diferencia de los platanistoideos o delfines de río) son una familia de cetáceos odontocetos bastante heterogénea, que alberga unas 34 especies.
Miden entre 2 y 9 metros de largo, con el cuerpo fusiforme y la cabeza grande, el hocico alargado y un solo espiráculo en la parte superior de la cabeza (orificio respiratorio que muchos animales marinos tienen como contacto del aire o agua con su sistema respiratorio interno). Son carnívoros estrictos.
Están entre las especies más inteligentes que habitan el planeta. Se encuentran relativamente cerca de las costas y a menudo interactúan con el ser humano.
Como otros cetáceos, los delfines utilizan los sonidos, la danza y el salto para comunicarse, orientarse y alcanzar sus presas; además utilizan la ecolocalización. Hoy en día, las principales amenazas a las que están expuestos son de naturaleza antrópica. (wikipedia)



De las muchas fotos de delfines que podía ofreceros, he elegido precisamente ésta por una buena razón: se trata de un balfín. Como Dicayos.
¿Qué es un "balfín"? Pues un balfín es un cruce entre dos tipos diferentes de delfínidos. El de la imagen es el resultado de la unión de un mular, no con una hembra de calderón gris o delfín de Risso como el entrañable compañero de Élias, sino con una falsa orca, pero el mensaje es el mismo; aunque pudiera resultar sorprendente, la hibridación entre distintas especies de delfines y calderones no es una invención mía sino algo completamente real.
Y eso me gusta. Creo firmemente que el mestizaje, en cualquiera de sus formas, es riqueza. Nos habla de aceptación de la diferencia, de resultados mejores que la suma de sus partes, de superación de arrogantes endogamias... Entiendo que para aquel que vive a caballo entre dos mundos el reto nunca será fácil, pues puede que jamás llegue a sentirse plenamente de ninguno de los dos y, por ello, su integración plena le sea siempre cuestionada, pero sigo apostando porque a la postre su vida, la vida en su conjunto, devendrá de este modo más rica y mejor. 
Dicayos significa en griego "justo", "virtuoso", y está claro que la elección del nombre no fue algo hecho sin pensar. Sin restar importancia a la gesta de crecimiento personal hecha por Élias en su camino por el Mediterráneo, creo que el verdadero héroe del viaje que se narra en mi segunda novela es, en realidad ,Dicayos. En él se hacen presentes armónicamente todas las otras virtudes que tan cruciales acabarán siendo para el despertar de Las Piedras de Ceto... por no hablar del de dos jóvenes corazones que languidecían de soledad hasta que él apareció en sus vidas.
He decidido continuar con mis entradas "siguiendo la estela" de aquel joven Élias que un buen día abandonó los confiables muros de Ciudad Alba y se lanzó en pos de un albatros hacia lo desconocido. Así, iremos haciendo un repaso a las distintas especies de cetáceos que el muchacho se va encontrando sucesivamente a lo largo de su viaje hasta llegar a los confines más orientales del Mediterráneo. En este sentido, Dicayos es el primero... y no solo cronológicamente; cuando él llega a la vida del muchacho ya no dejará de velar por él, de guiarle discretamente en el resto de los muchos encuentros que vendrán después. Se harán buenos amigos. Y eso, en su sentido más pleno, no es poca cosa.
Por si, a estas alturas, a alguien le quedaba alguna duda al respecto, este delfín mestizo (junto con otro personaje del que algún día os hablaré) son mis personajes favoritos entre las criaturas marinas que pueblan mis novelas.
A todos los quiero mucho, por supuesto, pero ellos dos... en fin, ellos dos son mi debilidad.

Y ahora os invito a bailar un vals... entre delfines.







martes, 15 de enero de 2013

Tortugas

Las tortugas marinas son reptiles con caparazón que existen hace más de 150 millones de años y pudieron sobrevivir a todos los cambios del planeta.
Tuvieron su origen en la tierra, pero poco a poco fueron evolucionando y adaptándose al medio marino, diferenciándose del resto de reptiles.
Existen ocho especies de tortugas marinas, agrupadas en dos familias, las Dermochelyidae y las de Cheloniidae y generalmente viven en mares templados o cálidos. Estas ocho especies son la tortuga verde, la tortuga laúd,la tortuga boba, la tortuga carey, la tortuga bastarda, la tortuga olivácea y la Flatback.

Las tortugas marinas son animales generalmente solitarios que pasan el 90% de su tiempo en mar abierto.
Estas condiciones han dificultado su estudio como animal, por lo que muchos aspectos de su vida siguen siendo un misterio.
Además, hay que destacar que a diferencia de otras especies, las tortugas marinas rara vez conviven entre sí.
Las primeras 48 horas de vida de las tortugas marinas son cruciales. Desde que sale de su cascarón debe viajar desde la playa hasta el mar por sus propios medios sin ayuda de nadie. Esto significa salvar a los depredadores además de tener que conseguir su propio alimento.
Nacimiento de una tortuga marina

Ya en mar abierto, las tortugas marinas tienen que hacer frente a las fuertes corrientes. Por esta razón, su visión es limitada.
Una habilidad característica de las tortugas marinas es la de migrar y después ser capaces de regresar a la misma playa para anidar. Esto ha sido objeto de múltiples estudios, llegando a la conclusión de que las tortugas pueden detectar los campos magnéticos de la tierra para determinar latitud y longitud y así poder navegar y situarse, aunque esto está todavía por confirmar.
Las tortugas marinas alcanzan la madurez sexual alrededor de los 7-8 años.

Me hace ilusión empezar las entradas del 2013 con esta longeva criatura marina (se cree que algunas pueden llegar a alcanzar los 200 años). En Los Reinos del Mar aparecen dos exponentes de dicha familia y, aun siendo muy diferentes, ambos me caen verdaderamente bien. De ellos hablaré ahora.
Por un lado tenemos a Tinglar, aparentemente un formidable ejemplar macho de tortuga laúd. "Aparentemente", ya que quien haya seguido las aventuras de la recolectora Irisar por el Pacífico norte sabrá que ni su género ni tal siquiera su propia naturaleza están del todo claros. Y que ese misterio tiene mucho que ver determinada diosa protectora del pueblo rojo, amante de los hechizos... y de los disfraces.
Y por otro lado, cómo no, tenemos a la buena de Unauán ¿Qué podría decir de uno de los personajes más cercanos a mi corazón? Esta anciana tortuga verde, la primera en abandonar la nidada hace muchos años allá en Ascensión, la que regresa a esa misma isla una y otra vez a entregar nuevos hijos al océano, la que ha sobrevivido a lo largo de los años a varios hermanos profundos hasta acabar, más allá de cabreos y exasperaciones varias, unida a su muy querido Áldero... Esta vieja hembra es gruñona, protestona, arisca, incluso cáustica pero del mismo modo, también es valiente, generosa, leal, muy tierna cuando se da permiso para serlo y, sobre todo profundamente sabia.
Voy a compartir dos confidencias con vosotros con respecto a ella. La primera tiene que ver con su propio nombre. Cuando pensaba en cómo llamarla llegó a mis manos la numeración en el código alfabético internacional (CAI) que se emplea en navegación. Es más o menos así:
0.- Nadasiro
1.- Unouan
2.- Bisochú
3.- Terrazri
4.- Kartefor
5.- Pantafaif
6.- Soxisix
7.- Setteseven
8.- Octoeit
9.- Novenain
Si os fijáis, el número uno se escribe UNOUAN... Y ella es tan marinera y, a la vez, tan valiente, tan pionera, tan antigua y tan refrescantemente nueva cada día que, bueno, ya tenía, con una pequeña modificación, un nombre que le cuadraba perfectamente. Y así fue cómo acabó llamándose Unauán.
Y la segunda revelación es confesaros que las novelas de Terry Pratchett me entusiasman. Y que de los muchos personajes que las pueblan hay uno que es, de lejos, mi favorito: Yaya Ceravieja, bruja experta en cabezología y maravillosa hasta la punta de su puntiagudo sombrero negro. La figura de Unauán también pretende ser, de alguna manera, mi guiño y homenaje a esa formidable mujer y a su creador. Los que hayáis disfrutado con las muchas aventuras del Mundo-disco me entenderéis seguro.
En fin, me he puesto tan sentimental que no me apetece colgar en esta ocasión un vídeo divulgativo sobre la especie. Aunque sé que será repetirme puesto que ya os presenté esta canción en otra entrada antigua del blog, no me resisto a volver a ofrecérosla. Siempre me parece ver cuando la escucho a Unauán dando sus primeros pasos hacia el mar, hacia la vida. Hacia lo salvaje.