Una gran cualidad es que todos sus conocimientos (de supervivencia) los adquirieron por sí mismos, ya que sus progenitores mueren despué de que los huevos eclosionan; a diferencia de los vertebrados, donde el conocimiento se trasmite de generación en generación.
Hay quien opina que hablando de animales, la inteligencia es la capacidad de aprender de la experiencia y resolver problemas. A éste respecto, Jacques-Yves Cousteau dijo: «La timidez del pulpo es una reacción racional basada sobre todo en la prudencia. [...] Si el buceador es capaz de demostrarle que es inofensivo, perderá la timidez enseguida, más rápido que cualquier otra especie salvaje».
El pulpo es el invertebrado con mayor desarrollo del cerebro y los ojos. Al igual que el ser humano, enfoca la vista con precisión y se adapta a los cambios de luz. Además, su lóbulo óptico, que interpreta la información visual, y su magnífico sentido del tacto le permiten tomar decisiones muy inteligentes. (wikipedia)
Como ya os adelanté cuando hablé del pez luna, los pulpos ejercen sobre mí una fascinación pareja a la que también lo hace la buena literatura de ciencia ficción. De hecho, si tuviera que pensar en algunas criaturas para protagonizar una novela del género en la que se hablase sobre una especie extraterrestre que viviera camuflada (nunca mejor dicho) entre nosotros, haciéndose pasar por un animal marino como cualquier otro, serían precisamente los pulpos. Desde su maleable y hasta un poco estrambótico aspecto físico hasta, por supuesto, su extraña pero a la vez prodigiosa inteligencia, se diría que parecen proclamarlo a gritos...
En mis novelas, los pulpos son una presencia constante. Siempre hermanados, como no podía ser de otro modo, con eruditos, los más doctos de los Reinos del Mar, casi siempre son criaturas entrañables como la cálida Madame Curie y el tímido Tolomeo en Rielar o la guasona Hipatia en Élias pero también hay excepciones, pues en el terrero del saber a menudo existe una delgada línea separando el genio y el monstruo (como Menguele, el pequeño y venenoso pulpo de anillos azules que acompaña a Hidra). También en la tercera novela, el sexto océano, les he querido rendir homenaje a través de Latakika, una atípica hembra no solo por no sucumbir a la común fascinación por nombres de sabios humanos sino porque su personalidad queda fuera de los parámetros de buenos y malos, resultando muy difícil de catalogar a simple vista.
Pero si algo tienen en común todos ellos es su pasión desmedida por el conocimiento. Y, por supuesto, su inteligencia. Por ello, el vídeo sobre ellos que ahora os presento, olvidándome de sus características zoológicas, es más bien una muestra de su portentoso y hasta un poco sobrecogedor talento.