Como diría una marsopa que yo conozco, "hasta el más largo de los caminos comienza con un primer paso".
Este es el mío.
¿Qué puedo decir para empezar esta andadura?
Bueno, hoy es 27 de septiembre... y para mí nunca será una fecha cualquiera. Hoy mi padre habría cumplido la redonda cifra de 80 años. Han pasado poco más de 5 años desde su muerte pero no es de ese anciano de los últimos tiempos del que quiero acordarme sino del de hace algunas décadas atrás. Él fue el primero que creyó ver en mí algún tipo de talento literario. Atesoraba como oro en paño mis primeros poemillas y, de tanto sacarlos y meterlos de su cartera para mostrarlos a todo aquel que pillaba por banda, estaban todos a punto de deshacerse por sus ajadas dobleces... Gracias, padre, y gracias también a ti, abuela Piedad, porque acabaste compartiendo el entusiasmo de tu hijo y me regalaste aquel diario que aún conservo.
En él he escrito, con intermitencias de años, las peripecias de mi vida hasta prácticamente el día de hoy. Bueno, quizá haga ya un par de años que no pongo nada pero esa ha sido la tónica habitual de mi ritmo de escritura en ese puñado de hojas de cantos dorados. Por eso han pasado más de 30 años pero aún me quedan hojas por llenar.
En fin, que lo mismo, conociéndome, no soy el colmo de la regularidad en esta nueva aventura del blog. Avisados quedáis... Ah, y se me olvidaba "hola, aquí estoy".
Supongo que ya habrá tiempo de hablar de los Reinos del Mar. Hoy solo quería hablar de mi padre.