jueves, 28 de febrero de 2013

Delfines listados: Y con la solidaridad ya son tres.














Especie semejante al delfín común pero de mayor tamaño. Los flancos son de color azul grisaceo con tres líneas longitudinales que parten de un anillo azul oscuro o negro que bordea el ojo. En general se trata de un animal de costumbres eminentemente pelágicas, aunque en el Mediterráneo también es abundante en la plataforma continental. Se alimenta de peces y cefalópodos, principalmente calamares, y también decápodos. Carece de enemigos naturales excepto tiburones y orcas; es lamentablemente famosa la gran epidemia del virus morbillivirus durante 1990-91 en el Mediterráneo que acabó con miles de individuos, a modo de una enfermedad semejante al moquillo de los carnívoros. Se suelen encontrar en manadas de hasta unos cien individuos, aunque en ocasiones pueden alcanzar los varios miles. Su comportamiento es similar al delfín común, con los que no es infrecuente ver mezclados, y son característicos sus saltos junto a los barcos. (ASTURNATURA - CIRCE)

Tras el AMOR que nos regaló Toniña y la HUMILDAD que Élias y su grupo hallaron en aquella familia de calderones en Alborán, los muy hermosos stenella coerulealba nos traen la tercera de las virtudes que se propone entregarnos el acervo emocional del Mediterráneo: LA SOLIDARIDAD.
Como la luminosa bóveda celeste reflejándose en el mar inmenso (caeruleus=cielo azul / albus=blanco), por dos veces en El destino de Élias, grupos de coerulealba nos ofrecen una lección de generosidad y camaradería. En la primera ocasión, conducen en jubilosa cabalgada a nuestros amigos hasta la isla de Alborán y en la segunda... en la segunda se enfrentan a la negrura subyacente a cualquier acto de solidaridad: el daño o carencia que es capaz de arañar las conciencias, que empuja a alguien a mirar "más allá" de su complaciente zona de confort para intentar ayudar a paliar ese dolor.
Pero hay dolores y dolores... Existen dolores, digamos, trágicamente inexorables, aquellos que en forma de epidemias cíclicas o cualquier otro tipo de desgracia natural golpean el discurrir de la vida. Aquí la solidaridad nacería preñada de ternura y compasión, cómo la que se observa en esa actitud de apoyo y arrope que tienen los delfines listados en su viaje hacia aguas baleares para con sus hermanos, más pequeños y más costeros, delfines comunes. Esta primera forma de solidaridad es dulce y mansa, nace del compañerismo y la empatía y es tan bella y luminosa como ese radiante cielo azul y blanco del que hablábamos antes.
Pero a veces ese cielo se enegrece con feroces nubes de tormenta, la solidaridad no nace entonces de lo dulce sino de lo amargo, de la ira incontenible que provoca otro tipo de dolores, de esos dolores en absoluto inexorables sino, antes bien, dramáticamente innecesarios puesto que nacen de una flagrante injusticia, tanto más terrible y flagante cuanto que es consecuencia del egoismo y del abuso previo de otros, en cualquiera de sus formas.
Y es camino a Baleares cuando, en la novela, el gran grupo que han formado se encara a uno de los peores azotes posible: EL HAMBRE. Durante la historia, habrá más ocasiones de enfrentarse a la esquilmación sistemática de los recursos de los mares por parte del ser humano, pero es en esa agónica etapa hacia las montañas submarinas entre Ibiza y Mallorca cuando los viajeros aprenderán el valor de la solidaridad en la conducta de una hembra de delfín listado, enferma del mismo morbillivirus que también en ese 2007  hizo acto de presencia en el Mediterráneo, que aún es capaz de ponerse en disposición de ayudar a todos; listados, comunes e incluso Élias y su pequeño grupo... ayudarles a llegar al único lugar donde podrían sobrevivir a una de las más crueles condenas: la muerte por inanición.
La reacción de Élias frente a la hambruna parece, en contraposición, insolidaria y fuera de lugar. Y en parte es cierto ya que, tras superar la prueba, deviene mejor persona. Sí. Pero en dicha reacción también me ha parecido muy pertinente reivindicar a aquel que sufre en sus carnes el tormento de no poder comer... Sin más, así de sencillo. Además, frente a la mansedumbre de la pobre hembra de stenella coerulealba, en el muchacho de Ciudad Alba prevalece (y es perfecto que así sea) esa bendita y justificada ira oscura, tan madre de la virtud de la solidaridad como la luminosa empatía, que provoca el ser privado, no por causas naturales sino por la cruel rapiña "del que pasó antes que tú", de un derecho fundamental como es el procurarse el sustento, sustento sin el que es imposible plantearse siquiera la opción de ser feliz.
Hemos oído hablar tanto de la falta de recursos... Me da igual que sea en los océanos que en las tierras emergidas, entre las criaturas marinas o entre los seres humanos; cuando se trata del hambre en el mundo, el dedo acaba apuntando siempre al mismo culpable. Y no se trata de un enemigo natural como sequías o fluctuaciones cíclicas en la biomasa (con el que una dulce solidaridad por empatía sería más que suficiente para hacernos reaccionar) sino de "la otra", de la que está llena hasta los topes de cólera e indignación hacia nosotros mismos, en tanto voraces alimañas.

MÁS ALLÁ DE CIFRAS... MÁS ALLÁ DE ESPECIES... LA MUERTE POR HAMBRE, EL CONSENTIR QUE UNA CRIATURA MUERA DOLOROSA Y LENTAMENTE DE INANICIÓN ES UN CRIMEN ABOMINABLE. UN ASESINATO CON TODAS LAS LETRAS.
SI NO CONSENTIRÍAMOS JAMÁS QUE ANTE NUESTROS OJOS ASESINARAN VILMENTE DE ESA ESPANTOSA MANERA A UNA SOLA PERSONA, A UN SOLO ANIMAL, NO ES ADMISIBLE QUE MANTENGAMOS CERRADOS ESOS MISMOS OJOS ANTE LA REALIDAD. NUNCA.

Hoy os pongo como vídeo ilustrativo un trocito de poco más de 10 minutos de un Informe semanal que, más allá de infinitas campañas contra el hambre en el mundo, a mí me impresionó como ninguna. Y lo hizo porque me condujo a pensar en el verdadero origen del problema...Me ha costado mucho dar con él y algunos podrían pensar que, aun así, no pinta nada en este blog, ya que habla de seres humanos y no de animales marinos... Pero cuando lo veáis, coincidiréis conmigo en que el hambre en la tierra y el hambre en los mares son en realidad, se mire por donde se mire, la misma cuestión.































martes, 19 de febrero de 2013

Calderones: La matanza que no cesa.


Siguiendo la estela de Élias y compañía en su viaje hasta los más lejanos confines del Mediterráneo, ahora sería el momento de hablar de los calderones. Son estos los primeros cetáceos con los que se encuentra el grupo una vez abandonada la comunidad profunda de Alborán, recién estrenadas las aguas netamente mediterráneas... Podría contaros, más allá de los datos zoológicos, lo muy interesante que me pareció el papel que juegan las "abuelas" en su forma de vida o por qué elegí en este caso la HUMILDAD como su virtud más emblemática. Incluso podría revelaros de dónde saqué la idea de las siete virtudes de las Piedras de Ceto (ocho contando la rectitud, que las englobaría todas) y qué quiero transmitir al narrar la progresiva activación de las Piedras de las que Mistral es portadora a través de determinadas especies de cetáceos, cada uno representando una de esas virtudes.
Pero será en otra entrada... En ésta es bastante más importante que se divulgue a los cuatro vientos la terrible masacre que se repite cada primavera en las Feröe.
Y sé que las "abuelas" compartirían esa misma opinión.


EcoOcéanos: ISLAS FEROE: ¿LA MAYOR CRUELDAD EN EUROPA?: Domingo 29 de abril de 2012 Se acerca el verano y el comienzo de la temporada de una auténtica barbaridad contra la fauna natural que se...

Dudaba en terminar con un vídeo esta especialmente extensa entrada. Reconozco que las imágenes son casi intolerablemente dantescas pero... Bueno, por muy hermosas que resulten las escenas de cetáceos viviendo en armonía en su entorno natural, puede sean estas otras las que más merece la pena visualizar... (Y eso también va por "The cove", un impactante documental sobre delfines en un pueblo costero japonés del que quizá hayáis oído hablar y que igualmente os recomiendo).



miércoles, 13 de febrero de 2013

Orcas: ¿Ballenas asesinas?

Orca.jpg
La Orca (Orcinus orca), es un mamífero marino del orden de los Cetáceos, el más veloz, así como el de mayor tamaño de la familia de los delfínes oceánicos, conocida como Delphinidae. Se encuentra en los océanos de todo el mundo, desde las frías regiones árticas a los cálidos mares tropicales, correspondiendo al segundo mamífero con la mayor distribución en la tierra (después del hombre). Es un animal sumamente versátil, siendo un depredador que se alimenta de peces, tortugas, aves, focas, tiburones e incluso de otros cetáceos.
Estudios sugieren la existencia de tres tipos de orcas: residentes, transeúntes y oceánicas.
Las residentes tienden a formar grupos familiares grandes o pods (usualmente 5-25 animales). Tienen territorios relativamente pequeños (particularmente en verano) y se alimentan principalmente de salmón y otros peces. Normalmente cazan usando la ecolocalización. Las residentes “hablan” entre ellas más frecuentemente que otras orcas. Son las Orcas más estudiadas de todas, porque tienen hábitos alimenticios predecibles y son, por lo tanto, relativamente fáciles de encontrar y seguir, para los científicos que trabajan con ellas.
Las transeúntes tienden a formar grupos familiares o pods más pequeños (usualmente 1-7 animales). Tienden a utilizar un área más amplia y alimentarse de focas, lobos marinos, delfines y otros mamíferos, así como también de aves marinas y otras especies. No cazan usando ecolocalización, probablemente porque su presa tiene un buen oído y sería capaz de oír los sonidos provocados por las Orcas al utilizar este sistema. En cambio, nadan en forma silenciosa, escuchando los sonidos hechos por otros animales en el agua. Las transeúntes “hablan” entre ellas menos frecuentemente que las Orcas residentes y tienen aletas dorsales levemente más puntiagudas.
Las oceánicas fueron identificadas por primera vez recién a comienzos de los 1990s. Aparentemente viajan en grupos grandes de 25 o más ejemplares. La mayor parte del tiempo se encuentran en mar abierto, mucho más lejos de la costa que las residentes o transeúntes. Probablemente se alimenten principalmente de tiburones y calamares y hacen mucho ruido, comunicándose entre ellas regularmente.

Hoy os presento a las tan temibles ballenas asesinas (killer whale, en inglés), comenzando por una un poco avergonzada confesión. Ya se sabe lo audaz que suele ser la ignorancia y yo, cuando me enfrenté en un principio a los datos que se tienen sobre este formidable animal, dí demasiados tópicos por hecho y, claro está, metí la pata. Y el caso es que la primera vez que aparecen orcas en mis novelas, cuando Rocalla desvela la muerte entre sus fauces del bebé que acaba de tener y cómo aquella desgracia desembocará en su atípico hermanamiento con Eliom, se narra algo que corresponde al ciento por ciento con la realidad de los océanos. Pero alguien dijo que las peores mentiras son las más "contaminadas" de verdad y aunque un tipo de orcas, las transeúntes, si pueden desarrollar ese tipo de conductas, no son la única clase de ellas que existe en el mar.
Todo esto lo descubrí cuando estudié más a fondo la fauna marina del estrecho de Gibraltar. Allí fue cuando volví a encontrarme por segunda vez con estos colosos blanquinegros... y donde mi percepción sobre ellos comenzó a cambiar. Cuando supe de su relativamente pacífica  dieta ictiófaga comprendí que la orca y el ser humano no solo se parecen en su amplísima distribución sino en su ambivalente realidad ángel-demonio o, lo que es lo mismo, en que, depende del cristal donde se mire, pueden pasar por sanguinarios asesinos o por inofensivos comedores de peces.
Volvamos a las orcas del Estrecho. A las familias de estos cetáceos que subsisten en esas aguas la propia diosa Ceto las nombró Las Guardianas del Umbral. Y es que, aún siendo más "todoterreno" que ninguna otra especie del planeta a excepción del hombre, es rarísimo verlas nadando en el Mediterráneo... Este hecho tan curioso fue el que me dió pie a esa fantasía. Me resulta fascinante como, lejos de la idea preconcebida de una inmensa e indiferenciada masa de agua sin límites ni barreras, el océano se revela como un territorio mucho más delimitado y restrictivo para unos o para otros de lo que pudiera pensarse a simple vista.
Reconozco que su título vitalicio de centinelas de las "puertas" del Mediterráneo es algo inventado pero, aunque os sorprenda, los descendientes de aquellas primeras orcas, aquellas otras con las que se encuentran Élias, Dicayos, Mistral y una recién incorporada Toniña justo antes de pasar al mar de Alborán, son, digamos, bastante más reales.
Y es que en el estrecho de Gibraltar se lleva estudiando años a cinco familias de orcas que acuden allí periódicamente al encuentro del atún rojo, el mismo atún por el que compiten haciendo uso de todo su ingenio con los pescadores de la zona. Los nombres que los estudiosos les dan a estos cinco clanes remiten a algún individuo destacado en cada una de las familias y  estos son Camacho, Morales (que antes formaban un solo clan), Macarra (que algunos años se ha asociado a los dos primeros), Bartolo (con un solo avistamiento) y, por último, Vega. Sí, Vega, la misma vieja matriarca que lideraba a Espartaco y sus hermanas y que, en efecto, como ella misma pronosticó, acaba muriendo poco después del encuentro con nuestros viajeros, en el año 2006.
Recordando ahora ese episodio, viene a mi cabeza la peculiar gestión de las emociones que atribuí a las orcas en El Destino de Élias. Se me ocurrió que en el universo emocional en el que se supone que se mueven todos los cetáceos sería plausible imaginar una especie especialmente aficionada a las llamadas "emociones-límite" que, como no podía ser de otro modo, acaban siendo las más cercanas a la implacable muerte, propia o ajena... Y si algún mamífero marino podía encarnar el asombroso despliegue de capacidades intelectuales y físicas que diera lugar a esa forma de "vida en el filo", este no podría ser otro que las vigorosas e inteligentísimas orcas. Sus magníficas persecuciones y sus extraordinarias técnicas de caza, privativas de cada subespecie, las hacen las criaturas idóneas para ese papel. Y es por esa misma idoneidad que la terrible cacofonía emocional, la avalancha de dolores varios que sufren los seres del Mediterráneo, les ensordece y abruma de tal modo que acaba siendo algo demasiado hiriente en tanto "hipersensibilizante" y por ello queda vedado para ellas, convirtiéndose así en guardianas de un espacio que nunca podrán franquear. 

El vídeo que he elegido en esta ocasión no es el más elaborado ni el de mejor realización pero me ha parecido el correcto. En la primera mitad, muestra un grupo de orcas desplegando la famosa técnica de caza característica de la Península de Valdés, en la Patagonia, en la que "juegan" con las focas de la orilla como si fueran peleles, arriesgándose a quedar varadas de lo mucho que salen del mar. Este sería su lado Tánatos, su aspecto predador y hasta un poco suicida. En la segunda mitad... bueno, mejor vedlo por vosotros mismos, pero ya os adelanto que, muy a menudo Eros y Tánatos van de la mano.
Viene a ser lo que os decía al principio: En todos, en nosotros y en ellas, se esconden juntos el ángel y el demonio.






martes, 5 de febrero de 2013

Focénidos: De vaquitas marinas, toniñas y sombrereros locos.

Los focénidos son los cetáceos más pequeños y su cabeza es redondeada, sin el pico característico de los delfines. A diferencia de éstos, su aleta dorsal es más ancha, más pequeña y tiene forma triangular, nadan más despacio y no saltan por encima del agua.

La especie más frecuente y con un área de distribución más amplia es la marsopa común, que habita en las aguas costeras del hemisferio norte (desde el mar Blanco y el mar Báltico, hasta el Mediterráneo y el mar Negro) pero, en especial, cerca de los estuarios y desembocaduras de los grandes ríos. Mide entre 1,2 y 2 m de largo; su cuerpo es azul-negruzco por encima y blanquecino por debajo, y las aletas anteriores son negras. Los dientes de la marsopa son aplanados, en forma de azadón, lo cual les hace bastante diferentes a los de los delfines, que son cónicos. Respecto a sus costumbres, las marsopas suelen vivir en grupos pequeños (menos de diez individuos), y el apareamiento tiene lugar entre junio y septiembre; las hembras paren una sola cría (miden entre 0,7 y 1 m de longitud al nacer), después de un periodo de gestación de unos 11 meses.

El resto de especies de marsopas tienen un área de distribución más restringida. La marsopa de Dall tiene unas marcas blancas distintivas debajo del pecho que suben hacia los flancos y habita en las aguas frías del Pacífico norte hasta Japón. Otra especie, la marsopa negra o marsopa sin aleta, carece, como su nombre indica, de aleta dorsal; es gris oscura y habita en las zonas costeras y estuarios de las aguas del sur y este de Asia.



Quizá os preguntéis porque encabezo esta entrada haciendo alusión al estrafalario personaje que invitó a tomar el té a la Alicia de Caroll en aquel desquiciado "no cumpleaños". La razón es que hoy me toca hablaros de Toniña, el primer cetáceo con el que se encuentran Élias y Dicayos durante su viaje en aguas todavía atlánticas y, en muchos aspectos, el más relevante de todos. Ay, la entrañable Toniña...
En Galicia a las marsopas comunes se las llama toniñas. Es un apelativo genérico, sin identidad personal, el único que en su desamparo se le ocurre tomar a nuestra pobre ancianita cuando comprende que, por quitarle, el contaminado mundo en el que habita le ha arrebatado incluso su verdadero nombre. Porque Toniña es una vieja lunática, una niña chiflada dentro de un cuerpo marchito, no solo por la edad sino por el cruel castigo al que le han sometido unas aguas enfermas... aguas envenenadas, entre otras muchas ponzoñas, por  el mercurio. Y es aquí donde entra a colación el Sombrerero Loco.
En aquella Inglaterra de 1865 donde vieron la luz las aventuras de Alicia en el país de las maravillas el oficio de sombrerero aún estaba en pleno vigor. Y para trabajar los fieltros que más tarde se convertirían en elegantes sombreros se empleaba habitualmente mercurio. Pero el mercurio (también llamado azogue) acabó convirtiendo a muchos de aquellos artesanos en unos "azogados", o lo que es lo mismo, en unos pobres chalados, como tan bien supo reflejar Lewis Carroll en su aventado e histriónico personaje. Puede tener su parte cómica pero en realidad el hecho es que aquellos esforzados artesanos se envenenaban poco a poco hasta llegar en los casos más extremos hasta la más enajenada de las muertes.
Pues bien, este mismo mercurio es el que atosiga a Toniña (los focénidos son los cetáceos más delicados ante las agresiones al medio ambiente marino) robándole desde la salud a la dignidad, pasando por la memoria de una promesa e incluso de una identidad, y el que también la ha convertido en una criatura demente que, sin embargo, no ha perdido por ello su inocencia ni su bondad. Ni, por supuesto, su amor. Ese AMOR que tan importante será no solo para que  triunfe al fin sobre la adversidad sino para que Élias y Mistral, como portadores de Las Piedras de Ceto, puedan culminar con éxito su importante misión.
Como ya le ocurrió a una joven Irisar en el mar de Cortés con unas vaquitas marinas, estos delicados cetáceos a mí también me conmueven profundamente. Toniña, con su chifladura y su inmensa generosidad enternece mi corazón como ningún otro habitante de los Reinos del Mar. La respeto, la admiro... y la amo. Pues esa es la magia de la virtud del Amor; contagiar todos los corazones hasta descubrir la grandeza en lo más insignificante,  en lo (aparentemente) más frágil.
Ella es, en definitiva, lo que yo entiendo por una heroína. Una heroína que se revela indispensable en el viaje por el Mediterráneo y que es la más merecedora de alcanzar el mejor de los destinos.
Y, por todo ello, Toniña acaba alcanzando ese destino. Este será siempre mi reconocimiento y mi regalo para ella; no podría hacerle un cumplido mayor.

Existen varios tipos de marsopas y no sabía bien qué vídeo elegir. Por eso, al final me he decidido por "los más pequeños entre los pequeños", las vaquitas marinas del golfo de California. Están en gravísimo peligro de extinción... como suele ocurrir siempre con los más vulnerables.